Esta obra publicada en forma conjunta por Loco Rabia Ediciones (Argentina) y el grupo Belerofonte (Uruguay) está escrita por Diego Agrimbau y tiene arte de Hernán Gutiérrez. Se la podría encasillar dentro de las novelas gráficas costumbristas, realistas, cotidianas, esas que nos cuentan anécdotas de vidas comunes. Según relata la historia, allá por 1987 por lo menos cuatro o cinco personas morían cada mes atropelladas en las vías del Ferrocarril Sarmiento en el barrio de Flores (solamente en el tramo que va desde la Avenida Nazca hasta la estación Floresta). Por lo tanto los terrenos que estaban junto a las vías eran una zona de juegos atractiva e inquietante para los chicos del barrio. Ellos los llamaban simplemente El Campito, y una de las mayores hazañas que allí se podía realizar era obtener una pertenencia de alguno de los atropellados por los trenes. En este marco conocemos a Luis, Pedro y Figaza: Tres amigos preadolescentes que definirán sus futuros con las experiencias que convivirán en esos días. El arte es agradable y la historia transcurre con un ritmo tranquilo, pero debo confesar que - aunque me gustó - todo me iba preparando como si presenciara la calma antes de la tormenta final, y al final la tormenta me resultó un pequeño chubasco. Quizás sea por las características con que fue realizada esta obra, que comenta Agrimbau al final del libro, pero esa sensación de metáfora chiquita que concluye de manera rápida no me termina de justificar el clima inicial de la historia.
Extraida de "Cuatro obras argentinas para echarles un ojo (o los dos)" en el sitio
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